El nombre vino primero. En 2017, a finales del año. Emilio Peñaherrera tuvo una especie de epifanía de la que resultó Sonido azul. Ese iba a ser el nombre del proyecto en el que él tocaría, compondría y cantaría. Todo bajo el signo del rock, de un sonido de antaño, de un trío. Guitarra, batería y bajo. «Que seamos tres y que sonemos como cinco», dice.
Luego llegó Édgar Herrera, el bajista. Y hace pocos meses, Johan Freire en la batería.
2018 y 2019 fueron años de desarrollar el sonido, de ensayar y tocar. La grabación surgió cuando Freire llegó al grupo, como consecuencia de los primeros ensayos con él. Había que grabar. De esta manera aparece «Lagartija», la primera producción del grupo.
Alejandro Oñate fue el productor del ep, con el que buscaron acercarse al sonido que la banda genera en vivo. Las tres canciones de este trabajo —»Lagartija», «Hoy se da» y «Siente la tierra»— son composiciones de Peñaherrera, y están trabajadas por el resto del grupo.
«Hay mucha energía del rock, también la fiesta que se experimenta con el rock en vivo y la profundidad en las temáticas y en los imaginarios. Buscamos que quienes nos escuchan vivan nuevas experiencias», dice el cantante y guitarrista para definir lo que hacen. La novedad no está en la propuesta, sino en asumir que el secreto está en lo cables, en la distorsión y en la fuerza que hay entre los tres.
El bajo de Herrera distorsiona y entre las influencias de Freire está John Bonham. No se diga más.
La grabación en sí
Los temas se grabaron en Quito, a inicios de febrero, en Equilibrio Records, al sur de la ciudad. Primero fueron los instrumentos, al día siguiente voces —con Andrés Mendoza, como ingeniero de sonido—. Lo grabado se envió a mezclar a Argentina con Pablo «el Nono» Di Peco, y la masterización se hizo con Daniel Ovié, también en Argentina.
Este viernes 6 de mayo, Sonido Azul presenta el ep «Lagartija» en la Sala de Recitales de la Casa de la música. La cita es a las 20:00. La entrada es gratuita.