Texto: Melissa Cortez
Asistir por primera vez al concierto de una de las bandas más reconocidas en la escena fue extraordinario y más aún junto a una niña de ocho años que dice amar el rock. Se dice que la música en Ecuador está infravalorada, porque hay potencial, pero muy poco apoyo, y bueno, como melómana y madre me ha costado transmitir a mi hija esa pasión. Valorar el arte resulta complicado a la hora de explorar la diversidad que existe en la actualidad; sin embargo, escuchar por horas la discografía de Can Can ha dado frutos en Martina, que puede pedirme que repita su canción favorita, “Sangre con miel”, más de tres veces en cuestión de minutos
El Centro Histórico de Quito, Can Can en vivo desde un teatro y un aforo amigable para conciertos, resultaron ser los ingredientes perfectos. El encuentro fue a las 19:00 del 19 de marzo de 2022 y la magia empezó desde que cruzamos la puerta del Teatro Sucre.
Asistir a la función era una sorpresa para Marti, así que cuando ingresamos y escuchó la voz de Denisse me dijo “mami tengo ganas de llorar y gritar”. Mi respuesta fue “hazlo”. Sí, para mí esa es una de las maneras de percibir el arte, algo que siempre me sucede cuando exploro música nueva o asisto a un show en vivo y no es una coincidencia que hayamos estado ante algo excepcional. Una de las bandas más icónicas de la escena independiente del país, celebró 20 años de trayectoria con este concierto, y estábamos ahí. El arte se celebra con más arte.
Presenciar a la banda por más de dos horas, ver a mi hija gritar a todo pulmón junto a un público entusiasmado y fanático, después de un largo tiempo de restricciones, nos hizo vivir el show de manera más profunda.
“Navegas Inquieta” seguida de “Atari” fueron las canciones que iniciaron el recorrido. No existió un orden cronológico para interpretar clásicos de álbumes como “Malditos Villanos Pixelados” y “Caos”, así como el sencillo “Sangre con Miel”, estrenado en el 2021.
La primera sorpresa de la noche fue Álvaro Bermeo interpretando “Escopolamíname” a dúo con Denisse. Si hay una canción ícono de la banda, es esta. Ovaciones y euforia de los espectadores, obviamente.
Hay que hablar de la puesta en escena y de lo que transmitieron los músicos en cada parte del show. El juego de luces y la silueta de la cantante en el centro del escenario, fueron complementos ideales para crear un ambiente de viaje sorpresivo.
De golpe, llegó nuestro momento favorito: la interpretación de “Sangre con Miel” tenía que ser especial y lo fue. El silencio del público se conjugaba con la máquina de humo que rociaba a Denisse desde los pies hacia el cielo. Escuchar cantar a Martina una canción tan especial me conectó al momento justo en que pienso que las futuras generaciones tienen en sus manos el deber de rescatar el arte y nosotros podemos guiarlas.
A mitad del espectáculo sonaron “Hotel”, “Azul en la Distancia” y uno de los nuevos temas del álbum “Del tiempo muerto” próximo a estrenarse. Esta canción tuvo la presencia de Andrés Caicedo en la percusión. Después de “1 12 25”, Denisse anunció que el show estaba por terminar, pero no sin antes presentar a los demás integrantes de la banda: Daniel Pasquel en guitarra y sintetizador, Andrés Benavides en la batería, Ivis Flies en el bajo, Sebastián Game en la guitarra y también a una nueva integrante, Daniela Castillo en los coros.
De repente, todos los músicos salieron del escenario y el público empezó a pedir no otra canción, como usualmente pasa. Esta vez los espectadores al unísono pedían la canción “UIO”, muy representativa e ideal para el momento. Y por supuesto que tenían que regresar y lo hicieron.
Denisse agradeció al público por su presencia, por el apoyo y por llenar el teatro, pues son formas de reconocer el talento y trayectoria de los artistas.

Con la canción “La Mala Influencia” junto a otro invitado especial, Toño Cepeda, se abrió esta despedida. Álvaro Bermeo improvisó en el coro junto a Denisse. Todos de pie, dejándose llevar y Martina saltando en su butaca cuando empezó a sonar “Caos”, que era infaltable. A la interpretación de este clásico también se unió Cepeda en la voz. La banda cerró con broche de oro, “UIO”, la última de las canciones icónicas de Can Can. Las luces rojas y azules jugaron y anunciaron el fin del espectáculo.
Con la popular venia de los músicos, se terminó el show. Uno que nos dejó muchas expectativas de lo que se viene. Lo más gratificante fue compartir la experiencia junto a mi hija. Apreciar el arte desde la libertad de elegir es lo más maravilloso que le puede suceder a una persona. Y eso hago con Marti: ella elige lo que le gusta y llora conmigo en los conciertos de nuestras bandas favoritas.