Texto y fotos: Adrián Gusqui
El Cielo está presente. “Mira ese cielo”, me dice. En medio de la entrevista pasa un avión y él estampa su mirada hacia arriba. Está sorprendido por el dulce azul y amarillo de las alturas para esta conversación. Lo encuentro más coherente que siempre.
Pedro Bonfim aún vive en Villa Judith, un edificio departamental con diseño colonial escondido en la Av. Ríos, en el centro de Quito. En la entrada de este inmueble, de más de siete pisos, está la Carpintería de Bayron. Hoy atiende el hermano del dueño, quien conversa conmigo mientras lija una silla roja de madera, con las caricias de sus manos encalladas.
Pedro me dice por llamada que bajará en unos minutos.
La conversación con el carpintero dura lo que alguien se demora en bajar más de cinco pisos por escaleras. Le digo que Bayron se escribe ‘Byron’, pero la ceguera de nuestros labios, por las mascarillas, entorpece este intercambio de correcciones. Pedro sale por la puerta principal y saluda al hermano de Bayron. Este sonríe emocionado y vuelve a las caricias con la silla. Pedro dice que hoy no subiremos a su casa, sino que iremos a un “lugar más bacán”.
La excusa más próxima a la realidad no tiene mucha magia, parece que todo está desordenado allá arriba. El lugar al que vamos queda a un par de esquinas de Villa Judith. Caminamos por el laberinto de la Ríos, en dirección de una subida pesada y con muchas gradas, que se mezclan a las veredas estrechas de estas calles diminutas del centro. “Ahí más abajo venden bazuco”, cuenta Pedro, señalando un rincón de la calle, que está en sombras, a pesar de que son las once de la mañana y el cielo está descubierto.
Aquí todas las calles se parecen. Las paredes de las casas están pintadas con hollín delicadamente difuminado y la base principal es de un color pastel aleatorio. Por lo que estoy perdido.
El destino final es otro edificio departamental. Al entrar se escuchan voces de niños y adultos en el griterío matutino del desayuno. Son departamentos con ventanas despintadas, rotas y desiguales. Las paredes están plagadas de la humedad del sitio. Todo el lugar se divide por una quebrada intencional y termina en una lavandería común, que desde lejos se nota invadida por moho verde.
A los laterales de esta quebrada arquitectónica hay balcones adornados con cortinas al aire, ropa a su suerte y una que otra maceta con plantas diminutas. “Haz como que te estoy intentando vender el departamento”, me dice. Entramos a un zaguán polvoriento y con algunas manchas en la pared. En otro pasillo aparece una señora de edad avanzada, con sus canas despeinadas y una pijama desembarazada por la comodidad. Tiene los ojos enchinados por el sueño. Nos saluda sin mucho interés. Ve a Pedro y asiente. Supongo que es la casera del lugar.
Después del permiso, subimos algunos pisos y llegamos a la terraza, un lugar convertido en el desván improvisado de los inquilinos. Hay otra lavandería, que también está invadida de moho y es donde nos sentamos durante toda la entrevista. -Esta terraza antes conectaba con mi casa -dice Pedro- había una puerta entre los dos edificios y podías cruzar de aquí a donde vivo ahora.
El misterio con este viaje y el destino termina en esta lavandería y en un departamento vacío a cuatro metros de donde estamos sentados. Pedro tiene el acceso a este edificio como si tratase de un agente inmobiliario improvisado. No sé cuántas veces ha entrado aquí o para qué, pero confiesa que piensa seguido en que ese departamento sin ocupar sea la sala de ensayo de Lolabúm. Después me dirá que no es conveniente si piensa en dinero y readecuaciones.
Un nuevo disco en camino
Lolabúm va a sacar un nuevo álbum en 2022. Pedro Bonfim explica que este quinto disco será el primero de una trilogía en la que está trabajando. El proyecto quiteño lanzó sus últimos discos en 2020, Verte Antes de Fin de Año y Oh Clarividencia, consiguiendo una fuerte acogida en cada publicación. Estos fueron presentados en shows virtuales en tiempos de pandemia y una posterior gira nacional cuando las restricciones por el COVID-19 disminuyeron.
Las composiciones de la banda se han convertido en un punto de interés para sus fans. Por lo pronto, Pedro confirma que en estos meses se podrá escuchar ‘Salgo en la tele’, el primer sencillo de esta nueva etapa. Además, Bonfim comenta que el tono del disco ya no aparenta “demostrar madurez” o buscar la aceptación, que él mismo dice, buscaba en discos pasados.
“Finalizó esa parte adolescente”, es una de las frases que Pedro usa para explicar esta nueva etapa, después de muertes cercanas, cambios internos en la manera de manejar a Lolabúm, perder trabajos o simplemente asociarse a trabajar con colegas musicales con los que antes tenía prejuicio. Cuando compuso los discos previos explica que “se encerraba sólo en su cabeza”, pero ahora se abrió a componer y conversar con nuevas personas, como Mauro Samaniego, Paola Navarrete, Menino Gutto, Derian Diorian, entre otros.

Hay menos odio y más adultez, eso es todo. A continuación, la entrevista en una lavandería mohosa.
Adrián: Sé que están haciendo un disco. ¿De qué va lo nuevo?
Pedro: No es como lo del 2020, es algo como un personaje y una cosa mucho más tranquila. Este primer disco es una especie de sucesor espiritual de El Cielo, porque siento que a ese disco siempre le hice un poco el feo. Pero lo volví a escuchar hace una semana y me encanta que ahora pueda verlo con full distancia al disco y que por muchas cosas me pregunte: “¿qué chuchas? ¿cómo hicimos eso?”. Es full menos horrible de lo que yo me acordaba. Este nuevo disco es todo lo que me hubiese gustado hacer en esa época, pero no sabía cómo. Ahora ya sé. Tengo la gente y el presupuesto.
¿Qué pasaba en tu cabeza al componer El Cielo?
No estaba pensando en hacer un disco que cuente una historia. Era algo mucho más ingenuo, para mí ese disco era algo increíble cuando lo estábamos haciendo. Un discazo. Lo mejor del mundo. Igual que nuestra música, yo era el mayor fan de Lola.
Muchos extrañan la energía musical del Lolabúm de esa época. Ahora que dices que el nuevo disco viene influenciado por El Cielo, ¿tendrá un sonido parecido?
Si quiero que se acerque un poco pero no sé si van a ser canciones rápidas o embaladas, sí en el sentido de que es divertido hacerlo, quiero pasar bien haciéndolo, que es algo que pasaba en El Cielo. Ahora estoy más abierto a la gente, porque a partir de Tristes Trópicos me encerré en mi cabeza y como que los últimos tres discos de Lola han sido eso, estar encerrado, haciendo canciones sin contacto. Ahora no es que estoy mostrando las canciones, sino que estoy haciendo full música con gente.
El Gutto, Rafa Valarezo…mañana voy a verle al Mauro Samaniego, hace un mes estuve con la Paola Navarrete, como que ahora hay más ligereza. Ya no quiero que sea un bajón o un estrés el hacer esto. Creo que me acabé a mí mismo y ahora quiero disfrutarlo. Además, siento que he mejorado full estando con otra gente y eso es lo que más me gusta, compartir esto. Cuando estaba en el colegio eso era lo que más me gustaba. Quiero regresar un poco a eso…disfrutarlo.
¿El sentimiento de volver a componer fue sólo tuyo o de toda la banda?
Ha sido un nuevo proceso en esta etapa, aceptar que la banda no funciona como banda. Yo pasé haciendo muchos esfuerzos para eso desde que somos una banda y sobre todo los hice porque es lo que me pedían, pero nunca vi una respuesta. Muchas veces pasaba que enviaba canciones (a WhatsApp) y la respuesta eran stickers que decían ‘TOP’ o ‘bacán’. Eso me comenzó a bajonear mucho, porque es gente que quiero y muchísimo.
Voy a seguir tocando con ellos. Ya estamos grabando cosas y no necesariamente están participando y esto en el mejor de los planes, sin odio ni nada. Los quiero mucho, pero me quita mucha energía y me hace ir mucho más lento esperar a que hagamos las cosas juntos y es algo que no ha pasado nunca. Sólo es aceptar las cosas como son, no intentar fingir. Pero seguimos saliendo juntos, nos vemos más que antes incluso, nos llevamos bien.
Un poco te resignaste…
Sí, pero con emoción. Como una resignación que me ayuda más. También que podamos hacer música más libremente y que sus aportes vengan de un lugar más genuino, porque cuando ellos hacen algo no es porque tienen qué. La idea de banda es algo muy abstracto y a la antigua. Creo que hay que aceptar las cosas como se dan ahorita. La idea de banda antes tenía que ver mucho con las herramientas y necesitabas a una para poder tocar, ahora ya no. Lolabúm es un proyecto no una banda.
Pero eres consciente que sus fans están fidelizados con Lolabúm porque son una banda….
¿de chicos lindos?
…una banda de chicos lindos conectados como amigos.
Y sí, prefiero mil veces eso a tratar de cumplir la idea de banda. Porque mira, los chicos no se están yendo.
Es como un trabajo en grupo de universidad y tú eres el líder
Sí, eso. Y está bien. Todos preferimos eso. Al final seguimos siendo amigos, en los ensayos nos divertimos tanto, desde que pasó esto hace tres meses, dijimos ‘aceptemos las cosas como son’, los ensayos son más unidos que nunca. Nuestra relación de amistad se estaba atrofiando un poco por exigirnos cosas que no podíamos dar y a mí me estaba limitando, a ellos presionando…es preferible salvar nuestra relación de amistad a reforzar la fachada de algo que no es…
El año pasado fue un caos. Fue el mejor año de mi vida y el peor.

Todos los años dices eso
Esta vez en serio, jaja. Hubo cosas una bestia, pero otras en la verga. Yo estuve muy mal desde abril hasta que comenzó la gira de Lola. Trabajaba y estaba bien económicamente pero no hacía música, no había un prospecto de que suceda pronto. Además, estaba harto de los shows virtuales, como que no quiero volver a tocar en esos en mi puta vida. Para mi perdió total sentido la música. Estaba muy desanimado. No tenía ganas de hacer una canción, un video…nada. Pero estaba haciéndolos, igual. De repente fue la gira del año pasado y las entradas se vendieron súper bien y la respuesta fue increíble. Pensé que si esto sigue existiendo es irreal y esa gira me dio diez años de vida.
¿En algún momento de la crisis pensaste en dejar de lado la banda y dedicarte a tu trabajo?
Si lo pensé, porque es más fácil tener un trabajo con sueldo fijo. Pero, yo no nací para eso, yo nací para hacer música. Además, lo de la gira fue bacán por volver a ver esa realidad. Luego murió el Mateo y esa fue una señal de que debo hacer música. Sentía más la necesidad y las ganas. Cuando eso pasó me di cuenta que finalizó esa parte ‘adolescente’. En esa época murió mucha gente, perdí mi trabajo. Ya no quiero probar nada. Sólo quiero disfrutar.
¿En ese momento llegó la composición?
Ya venía componiendo desde antes. Ahorita tengo más cosas hechas. El disco está tomando forma. Debo entregarlo compuesto al productor en mediados de mayo.
Vi que estabas buscando un productor gringo también
No gringo, uno de cualquier lado. Si quisiera, pero más por tener la experiencia. Por estar conectado con la gente y sólo divertirme. Con el productor de ahora, Ernesto Karolys, disfruto full del proceso. Yo le tenía full prejuicio, pensé que de ley el man era full purista. Luego empecé a trabajar con él y es súper abierto, a veces hace chistes con la mezcla y sólo me gusta mucho el proceso. He estado reconectando full con gente. Ayer fui al concierto del Mauro Samaniego y ahí me vi con el Tarquino, él me dijo ‘pensé que tú me odiabas’ y yo le digo ‘yo pensé que tú me odiabas’
Como colegio…
Así como se dan las cosas en esta industria. En realidad, nadie se odia con nadie. Nos admiramos y queremos hacer música con el otro.
Tal vez se deba a que estás sentado en una zona de privilegio debido a tu talento…
Sí, pero también estoy haciendo cosas tipo con el Dorian y es una cosa de hacerme de buenas. Sí, estoy en una situación de más privilegio y si puede ser que eso me seduzca más. Pero prefiero estar bien que odiarnos, pero eso no significa que yo no pueda ser crítico con otros. También he cambiado en cuestión de amigos y enemigos. No creo que ayude ponerte en un plan ‘conmigo o contra mí’. La gente cambia, yo cambio y si no pasa creo que sería aburrido. Si tuviera una mentalidad por coherencia supuesta no podría reforzar opiniones que tengo o cambiarlas. No sería interesante ver lo que puedo proponer.
¿Tienes alguna referencia sobre a qué sonará el disco?
A ver…es un disco súper triste y divertidísimo. Hay canciones en que las canciones divertidas tratan temas de soledad o depresión. Es full de muchachitos.

¿Te juzgas en este disco?
Sí. La primera canción es una especie de comentario sobre mí mismo en los últimos tres años. Una especie de autocrítica full juguetona. La falsa fama que vivimos aquí, los humos que suben y bajan. Eso es lo primero del disco. Todavía no sé cómo se acaba, de hecho. Hay canciones de amor. Me estoy permitiendo hacerlas. Hay canciones como ‘Ventanas’, en el sentido de contar historias de amor. Y no hay historias de sólo amor de pareja. Sabes que ahora puedo ver la discografía de Lolabum como algo más grande. Me gusta verlo en retrospectiva.
¿Las letras dejan de lado toda esta parte política de anteriores discos?
Lo abordo desde otro lado. Si te cuento una historia de amor en una ciudad y te describo esa ciudad, te estoy haciendo un comentario político. Si te cuento una historia de amor en Quito, en la que estamos yendo junto en el carro y no nos podíamos besar porque hay demasiados baches en la ciudad, eso ya en sí es un comentario político. No tiene que ser…chucha, hablarte de Lasso o la Asamblea. Por un momento si pensé que me puse en la posición de contar o ser un vocero de todo eso, pero no puedo, me encantaría, pero no puedo abordarlo solo. Puede serlo hasta un punto y lo demás seria mentirle a la gente.
¿De qué van las letras ahora?
Vi una entrevista al Álvaro Bermeo, en el que decía que él tiene un documento donde tiene posibles letras y yo a ese documento mío lo llamaba ‘documento de poemas’, no de letras. Cuando lo vi me di cuenta de que hay canciones armadas. También supe que era un disco cuando mostré las canciones en conjunto. Es un disco más simple. No quiero hacer esta cosa de los samples más rebuscados. Porque en el de los 2020 me saqué la madre en eso.
Ahora no necesito probar nada, en el mejor de los sentidos. Siento que las canciones son buenas. Mucho más experimentadas, me da nervio porque son letras más osadas. Imagina una canción de Fausto Miño, producida por Kanye West, cantada por Julian Casablancas y con full malas palabras. Algo así. Sí tengo miedo de lo que pueda salir. Pero estoy disfrutando de ese miedo. Ya no es algo que me da ansiedad o me hace sentir peor que nunca.
¿Tienes fechas de salida y puedes dar un adelanto más específico sobre el mood de lo que vamos a escuchar?
No oficiales, pero sale este año. En mayo sale el sencillo ‘Salgo en la Tele’.
Es un disco de ruptura, en el sentido de romper con muchas cosas o relaciones. El disco que escucharías al romper un vínculo. Es una manera de escribir canciones más espontáneas. Es más Camilo, Motomami…o como gente de aquí: Dorian, Midfug, me dan vida. Derian Diorian es una de mis mayores influencias. Escucho sus letras y digo que yo debo escribir mejores letras. Escucho sus melodías y pienso que debo hacer mejores melodías. Por eso está chévere trabajar con él. Hicimos una canción con él y el Menino Gutto. Fue divertido. Además, el Dorian es un pelado de oro.
¿Has pensado la internacionalización de la banda? Tomando en cuenta que tu entorno está haciendo aquello en el último tiempo
No me gusta la idea de irme a vivir a México ahorita. Igual mañana le voy a ver al Mauro y me va a contar sobre eso. Me gustaría ir a México o Colombia. Pero tampoco me gusta la idea de irme o no estar aquí. Para mí es súper importante saber que está pasando en mi país. Tal vez en el futuro sí, pero de que vamos a ir a tocar, vamos. No sé si es necesario irse ahorita. Pero tal vez en un año cambie de idea.
¿Tienes algún secreto del doble disco sacado en pandemia y que nadie lo descubrió?
No sé qué no han descubierto ya. Ahora lo veo un poco lejano. Estoy en la etapa de empezar a odiarlo. Como en la etapa de Tristes Trópicos y odiaba El Cielo, o en el doble disco de 2020 odiaba a Tristes Trópicos. Es el trauma que te deja el hacer cualquier cosa. Pero bueno, creo que nadie cachó una parte de la historia, porque es mucho más lineal.
Hay una parte en la transición de la canción 171/Después de Qué. El personaje se queda dormido y sueña todo. Se despierta en ‘Pero cambié mi estilo’ en el mismo punto en el que se queda dormido, esperando que le contesten una llamada. Entonces hay toda una secuencia de sueño, esperando que le contesten en ‘171 / Después de Qué’, ‘Casi 20 en el 2016’, ‘Qyy’, ‘Pero cambié mi estilo’ y al final de esa canción dice ‘si no contestan llama más’, hasta ‘Demolición’. Y ahí hay una demolición del muro que hay en su alrededor, un poco como Pink Floyd. Ahí le contestan la llamada, por fin, en ‘Misterio y Comedia’, Polibio Mayorga. Después el man habla con Polibio, pero al final le contesta realmente el personaje del disco en ‘Tons ke’. En realidad, las llamadas de teléfono son mucho más importante de lo que parecen.
Dime algo que sea un código que solo se entenderá cuando salga la nueva música
Que hay muchas formas de romperse. Quiero ver qué pasa cuando salga este disco y luego el siguiente. A ver que esperan. Para el siguiente disco he estado hablando con full gente. Va a ser muy colaborativo. Lo estoy armando hace un año. Es el disco que me estaba deteniendo el hacer con la banda, porque no les gusta tanto la musca tradicional ecuatoriana como a mí y estas canciones de este primer disco son la presentación del personaje para el segundo disco y veamos que le puede pasar en el tercero.
Esa trilogía que viene
La idea de Lolabúm es lanzar en esta trilogía un segundo disco con música tradicional ecuatoriana como base sonora. Según Pedro Bonfim, el último disco será de ambient.